Que insignificantes son nuestros pensamientos.
Saliendo del trabajo siempre me da por pensar en cosas. Veo la poca gente que cruza por mi lado yendo a sus casas y pienso... pienso.
Realmente me quejo demasiado de mi vida, de todo lo que la rodea e incluso ultimamente estaba algo más malhumorada hasta con la gente montada en sus vehículos y simplemente es por que no sé en que piensan, si van a pasarse de carril o van a seguir recto.
Son cosas que no puedo controlar y quizás sea esa mi mayor queja sin embargo cuando me faltaban pocos metros para llegar a mi destino se me ha pasado por la cabeza todo lo bueno que tiene mi vida.
Tengo unos padres que me quieren, una hermana a la que yo a veces describo como odiosa( y es pq a veces lo es) pero que en el fondo siempre está ahí, o bueno... no tantas veces como me gustaría pero al menos está. Ese es el circulo donde estoy metida, en mi familia, y bueno aunque no seamos la famlía más feliz del planeta( por que simplemente dudo que la haya). Es mía y sé que si me pasara algo se preocuparían.
Luego de ese pensamiento se me ha venido las imagenes de un amigo. Ya no está cerca de mí no obstante sigue estando ahí. Es díficil creer que alguien que ya no se encuentra a tu lado, ni siquiera en tu misma ciudad aún siga llamando por teléfono para solo preguntar ¿Qué tal te va la vida, tía?.
Es agradable.
Por eso.... por eso quiero decir en esta entrada que TENGO SUERTE de tener a gente que me quiere, que no me falta de nada y que simplemente me quejo solo para darme cuenta de estas cosas.
No niego que me gustaría hacer más cosas de las que hago, volar más alto de lo que ya lo hago (ahora solo lo hago a ras de suelo) pero si por ahora no puede ser, algún día lo será y entoces abriré mis alas menos desgastadas que el resto de la gente y viviré libre, volaré alto y lo haré satisfecha de ser quien soy.